Una historia de conversaciones con propósito

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Entrevista con María Luisa de Miguel Corrales, Directora ejecutiva de la Escuela de Mentoring. Autora del libro «Mentoring, un modelo de aprendizaje para la excelencia personal y organizacional» Consultora, Speaker, Mentora y Coach Certificada Internacionalmente como Master Practitioner EMCC Global y AICM. 

En esta entrevista profundizamos en el valor y el sentido que tienen las conversaciones genuinas dentro de las organizaciones y del rol del Mentoring en el desarrollo del potencial humano.

Gustavo Calveiro: Para comenzar, una pregunta que muchas veces me hacen: ¿Qué es el mentoring? ¿Es lo mismo que el coaching o cuales son las diferencias?

Ma. Luisa de Miguel Corrales:  Yo creo que hay que hablar de una diferencia de la que nunca se habla y que puede ser la más importante: su origen histórico. El mentoring es una práctica que ha existido siempre desde que el hombre está en la tierra. Simboliza el acompañamiento y la guía de una persona con más experiencia, en el sentido de más sabiduría, que te ayuda a desarrollarte de una manera integral como persona, en el rol que desempeñas, para afrontar los retos que surgen en diversos momentos vitales y profesionales.

El mentoring ha estado presente en todos las culturas y civilizaciones, al grado que existe el arquetipo del mentor en el imaginario colectivo ejemplificando ese rol.  El mentoring cumple una función social, y nació como tal.

El coaching, en cambio, nace en la década del 70 en Estados Unidos, dentro del ámbito de la empresa, como herramienta para mejorar el desempeño y rendimiento de los trabajadores. Lo que ocurre es que desde el ámbito empresarial el principio rector es la competitividad y desde ahí se insiste mucho en la oposición entre prácticas, metodologías, en la diferenciación en términos de mejor y peor. Sin embargo, desde lo social, la clave es la complementariedad, la diversidad de funciones que responden a finalidades diferentes, pero sin entrar en cual es mejor o peor, sino simplemente más adecuada para cada situación, reto. etc.

Gustavo: ¿Cómo llegaste al Mentoring? ¿Cómo nace en ti la Escuela?

Maria Luisa: Digamos que por casualidad ¿o quizá causalidad? Yo estaba participando como miembro de la junta directiva responsable de proyectos de una asociación de mujeres directivas y surgió la posibilidad de un proyecto europeo para mejorar la empleabilidad de las mujeres. Una de las acciones de este proyecto era hacer llegar el mentoring a emprendedoras y empresarias noveles para impulasr sus negocios. La idea me gustó, me atrapó, me pareció muy interesante, necesaria y me sentí muy identificada con todo lo que significaba.

De ahí  comencé a investigar sobre el tema, llegué a la Universidad de Deusto, que fue la primera iniciativa de mentoring que existió en España, los contacté, les pregunté y fueron muy generosos compartiendo su conocimiento, que en un inicio me ayudó mucho a poner en marcha el proyecto.  A partir de ahí, seguí investigando, leyendo libros, artículos, examinando otras experiencias y nos pusimos en marcha, creando y formando un equipo de más de 25 mentoras, que durante 4 años mentorizamos a más de 250 emprendedoras y empresarias noveles.

La experiencia fue muy enriquecedora para todas las partes implicadas: las mentores (entre las que me incluía), las mentorizadas y todo el personal técnico de apoyo al proyecto que actuaba de mediadores entre mentoras y mentorizadas. Todos hablaban de los buenos resultados, la satisfacción era muy alta.

Cuando tantas personas, desde roles y características diferentes están de acuerdo en algo, es que detrás hay algo que merece la pena mantener y continuar. Ello me llevó a investigar más para entender por qué el mentoring era tan potente, tan transformador y con los resultados de toda la investigación y experiencia desarrolle una metodología propia de mentoring: Integral Generative Mentoring que es la que hoy trabajamos y enseñamos en la Escuela de Mentoring.

Luego se fueron sucediendo otros  pasos: La creación de la Escuela de Mentoring, el desarrollo de más programas de mentoring en ámbitos diferentes al emprendimiento, la puesta en marcha de la Certificación Internacional en Mentoring, la publicación de varios libros y guías sobre mentoring, todos ellos guiados por la idea de dar a conocer la potencialidad y beneficios de esta metodología al mayor número de personas posibles. 

Gustavo: Simon Sinek, cuando nos habla del Círculo Dorado nos interpela respecto al propósito de nuestros sueños, el QUÉ y el CÓMO puede copiarse, pero lo que lo hace diferente es el PORQUÉ.  ¿Cuál es el porqué de la Escuela?

Maria Luisa: Mi propósito es contribuir a que las personas puedan desarrollar su potencial para lograr las cosas que quieren, y hacerlo de una manera auto concordante, alineada, coherente con ellos mismos. De esta forma pueden realizarse y ser felices, sentirse bien con lo que logran pero también con cómo lo logran. Lo importante no es solo la meta, sino también en el camino que recorres hasta ella. 

Con el mentoring encontré la forma de hacer realidad ese propósito, una forma, un camino que tiene mucho que ver con mis valores y mis habilidades. Desde muy pequeña he vivido y he sido educada entre conversaciones, siempre he disfrutado mucho con ellas y se me da bien escuchar, preguntar, intuir lo que está presente pero no se dice, hacerlo emerger, transformarlo en nuevas posibilidades. 

Gustavo: Por favor, profundiza más allá, pues el concepto de conversaciones es uno de los aspectos que veo tienen más potencial para desarrollar en las organizaciones, donde a veces veo procesos que parecen ir en dirección opuesta

Maria Luisa: Aprendemos conversando. Nuestro cerebro se desarrolla a través de las conversaciones con uno mismo y con los demás.  El comportamiento lo dirigimos con una conversación interna, dependiendo de su calidad será la calidad de nuestros comportamientos y resultados y del impacto que tenemos en los otros, en nuestro entorno.  

Mejorar la calidad de la conversación interna es mejorar decisiones, conductas, hábitos, resultados, convivencia. No nacemos con una conversación interna determinada, la vamos construyendo a partir de las conversaciones con otros. Aprendemos conversando, buenas conversaciones traen buenos aprendizajes. Conversando aprendemos a crear, a pensar, a empatizar, a convivir. Es en la interacción con los otros dónde está la esencia de la vida, del aprendizaje, del desarrollo, de la transformación.

Si la calidad de nuestra conversación interna es mala, la conversación con los otros también, lo mismo que las relaciones que construimos. Una conversación de calidad requiere esfuerzo, inversión de tiempo y energía en el otro, olvidarme de mi ego, conectar con las necesidades del otro, ponernos al servicio de construir algo juntos, en lugar de imponer lo que queremos. Las conversaciones de calidad requieren paciencia,-y no estamos sobrados de ella en el mundo de la prisa, la hiperproductividad y el impulso.

Las conversaciones son retadoras porque ponen a prueba nuestra identidad, nuestras emociones, nuestra seguridad y nuestro ego. Las emociones son el resultado de una experiencia social, surgen de interacciones con los otros. El origen de una emoción está en lo que una interacción con el otro nos produjo (una palabra, un gesto, una mirada, un silencio).  Son las relaciones sociales las que movilizan nuestras emociones.

Tenemos miedo a conversar con autenticidad, profundidad, empatía porque tenemos miedo a las emociones que se pueden generar en ese espacio de conexión, a no saber lidiar con ellas, a que nuestra seguridad se vea comprometida, a que nuestro ego se sienta herido.

Por eso defino el mentoring como una metodología que ayuda a desarrollar la inteligencia relacional y conversacional, porque se base en aprender a través de conversaciones, poner a prueba en ella a nuestro ego, nuestros miedos. Probablemente las conversaciones sean la mejor escuela para inteligencia Emocional.

Gustavo: Vayamos al mundo corporativo. Tienes experiencias muy ricas de mentoring corporativo. ¿Me ayudas a entender cómo y por qué las organizaciones deberían tener más en cuenta esta solución?

Maria Luisa: No creo que el mentoring sea una solución, es un medio, como hay otros, para lograr un objetivo. Dependiendo del objetivo que la organización tenga el mentoring será adecuado o no. ¿Para qué es adecuado y para qué lo están utilizando las organizaciones? Para desarrollar el talento, para desarrollar el liderazgo, para capitalizar conocimiento experiencial, para gestionar la mejor diversidad.

Ahora bien, más allá de esto, lo que están obteniendo las organizaciones es incrementar el autoconocimiento y la confianza de sus colaboradores, contar con líderes más empáticos, que escuchan mejor, que saben guiar y desarrollar a muy diferentes personas, una mejora en las relaciones y la comunicación a todos los niveles, aumento del compromiso organizacional, una visión más amplia y profunda de sus roles dentro de la organización y el impacto que pueden generar en ella.

Cuando las personas experimentan estos cambios, toman mejores decisiones, porque se conocen mejor, conocen mejor la organización, se sienten más seguras.

Gustavo:¿Tiene esto que ver con el crecimiento de la incertidumbre y la caducidad de las recetas del pasado para resolverla?

Maria Luisa: Creo que las personas, dentro de las organizaciones, experimentan una sensación de soledad creciente, el mentoring, como relación y conversación cercana y profunda, se aprecia como una vía para superar esa sensación de soledad e incertidumbre.  Es una oportunidad para generar conexiones valiosas con personas de la organización con las que habitualmente no se tiene o se tienen de una forma más distante y superficial. Dentro de esa relación se pueden plantear dudas, contrastar  situaciones que enfrentan en su día a día, verlas desde otra mirada, conocer otras formas de pensar y actuar, aprender de otras experiencias, reflexionar juntos. En definitiva, ampliar el pensamiento que sirve para tomar mejores decisiones en el día a día laboral.

En el mundo de la empresa ha habido un exceso de recetas estandarizadas, de mecanicismo y tecnicismo que para un buen funcionamiento de las máquinas está bien, pero las personas a la hora de tomar decisiones y enfrentar retos necesitan también comprender qué pasa y qué les pasa, coordinarse con otros y esto requiere más de reflexión, creatividad, empatía, que de técnica y mecánica. El mentoring aporta esas claves para lidiar con la incertidumbre y la complejidad que no aportan las recetas, las formaciones o los protocolos.

Gustavo: ¿En qué puntos tiene que estar muy atento el mentor para ser esa guía, ese facilitador?

Maria Luisa:  Le haría cuatro recomendaciones:

  1. Lo primero que le recomendaría es que se olvide de que su experiencia lo es todo, simplemente es un recurso más a poner en juego dentro del proceso de desarrollo de otros. La experiencia del otro también tiene valor y hay que saberla poner en juego.
  2. Que mantenga el ego bajo control.
  3. Que le dé mucho más espacio a la empatía, más peso a la escucha que al discurso, a la pregunta que al consejo y las directrices.
  4. Principalmente, que aprenda a disfrutar de una conversación en la que la agenda la marca el otro, a trabajar en la sesión de mentoring con lo que el mentee trae, a dejarse guiar por ello, y no por lo que el mentor considera que es lo bueno, correcto, mejor, etc. Abrirse a la experiencia de aprender con el otro, co-crear con su mentee una nueva manera de ver las cosas y enfrentar los retos. A confiar más y a controlar menos.

Gustavo: Finalmente, y mi última pregunta: dados los resultados y expansión que ya has logrado ¿puede ser que la siguiente etapa de la Escuela de Mentoring esté depositada en la red que estimulas? ¿Hablamos de pensarse en red?

Maria Luisa: Es que esa red es la esencia del mentoring. Hoy la Escuela es ya una red basada en conversaciones. Crece, se expande, en base a las conversaciones que mantiene con sus clientes, con sus alumnos. Por ejemplo, las  “Comunidades de Aprendizaje”, que es un nuevo modelo de aprender que estamos ya implantando en diversas organizaciones surgió como consecuencia de una conversación con varios alumnos de una de nuestras certificaciones, que se plasmó luego en su Proyecto Final de Certificación y  luego volvimos a conversar sobre él para colaborar juntos y ponerlo en marcha dentro de la Escuela como servicio.

La Escuela de Mentoring está abierta a la escucha y la conversación, fluimos con ellas y de ahí surgen nuevas posibilidades y vamos evolucionando la metodología, lo que hacemos y lo que ofrecemos. Tantos años de conversaciones de mentoring te enseñan el poder de estas para co-crear, para aprovechar las sinergías, las emergencias.

Entender la vida como una serie de conversaciones genuinas, empáticas y reflexivas, que hay que propiciar pero dejar fluir, saber aprender de ellas, dejar que te vayan mostrando el camino que te sigue permitiendo hacer realidad tu propósito. Este es el hilo conductor, el hilo argumental, el pegamento que no debemos perder. Debe estar presente en las conversaciones, las relaciones, las colaboraciones, las acciones y los resultados.

 

Probablemente, eso que los clásicos griegos llamaban una buena vida, debe ser una vida llena de conversaciones en las que hay una voluntad de realizar un propósito que nos une, que no es de uno, sino que es de todos, porque en él confluyen valores, formas de hacer, intereses y todos pueden aportar su granito de arena para hacerlo realidad. 

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