
Aquellos que tuvimos la bendición de hacer apasionadamente lo que nos gusta y la autoconfianza como motor de desarrollo de nuestros proyectos y nuestro potencial, tenemos que lidiar frecuentemente con “una voz que nos dice que somos mejores de lo que realmente somos, y que obstaculiza el verdadero éxito, porque impide que tengamos una conexión directa y honesta con el mundo que nos rodea”.
Lo llamamos EGO, y al entrar en acción nos limita. Pero no es esta una nota técnica que lo describa, ni mucho menos lo analice, sino quisiera compartirlo a partir de mis vivencias y como podemos trabajarlo, en tanto lo hagamos parte de nuestra agenda personal.
Ya abordaremos el EGO Organizacional, pero como las organizaciones las conformamos las personas, la caridad bien entendida comienza por uno mismo.
Y de eso va esta nota
1. Recuperar la actitud del aprendizaje
John Baldoni, en su nota para Hardvard Business Review de mayo de 2009, Nunca dejes que tu ego te impida aprender, nos comparte dos ejemplos y un aprendizaje. Luego de una carrera exitosa en el basketball, más de 250 comerciales, álbumes de rap y muchas entrevistas, cuando Shaquille O´Neal quiso ser periodista deportivo, realizó un curso intensivo en la Universidad de Syracuse. No bastaba la confianza, precisaba aprender a desarrollar y presentar historias.
El siguiente ejemplo es el de Jim Collins, autor de best sellers y consultor, que era un experimentado escalador, pero era consciente que para mejorar tendría que volver a sus fuentes pues tenía por delante una pared de 1.000 mts de altura a escalar. Se puso bajo las órdenes de dos entrenadores porque “las lecciones más importantes no radicaban en lo que necesitaba aprender, sino primero lo que necesitaba desaprender”.
Como conclusión, John Baldoni comparte un tema que es central también en el Mentoring, y es que “hacer preguntas no es una señal de ignorancia, sino un método que reinstala adecuadamente el conocimiento, a la par que forja relaciones de respeto con los colegas.” Las preguntas destierran el defecto de “asumir que conocemos o entendemos”, muchas veces porque aplicamos el “pensar rápido” de Kahneman, en lugar de tomar la pausa y establecer una conversación inteligente.
Tiene un segundo mérito. Nos pone en el llano del aprendiz, donde uno pisa en firme.
En estos dos casos, lo que los llevó a su “éxito previo” no era suficiente para lograr su propósito renovado. Necesitaban dejar el EGO a un lado y volver a ser aprendices. Necesitaban pisar en firme.
Hoy voy a intentar responder aquí a una ¿simple? pregunta:
¿Mi EGO generó peso adicional en mi mochila de experiencias y aprendizajes, y necesito hacer espacio valioso para aprender y continuar mi camino?
2. Trabajando mi ego
El Ego es ese peso adicional que traemos en la mochila.
Nos recuerda quienes somos, que logramos, nuestros roles y títulos nobiliarios, fija nuestro valor a partir del reconocimiento y valoración del otro, establece comparaciones y trata de dejarnos bien parados siempre, por nuestros lados buenos o defectos del espejo con el que nos comparamos.
Bill Walsh, entrenador de futbol americano, decía, “la seguridad en uno mismo se vuelve arrogancia, la asertividad se vuelve obstinación y la confianza en nuestras capacidades se convierte en descuido. Nos tira hacia abajo como si fuera la ley de gravedad”
Permítanme compartir una experiencia profesional que permitió “alivianar la mochila”.
Algo más de dos años atrás, yo tenía varias responsabilidades en mi compañía, comerciales, universitarias y de desarrollo de Prácticas y Servicios de consultoría, además de seguir muy involucrado en múltiples proyectos en compañías grandes y exitosas en sus mercados.
Pero en dos años todo terminaría y esas responsabilidades debían cesar o ser transferidas con tiempo, para que los nuevos líderes pusieran su propia impronta. Y mi decisión fue anticipar la cesión del liderazgo. En seis meses no tenía ningún “título nobiliario” más que el de socio, y me puse al servicio de los nuevos líderes para acompañarlos en un proceso de sucesión creativo y con mucho cuidado de todos los actores involucrados, tanto clientes como los miembros del propio equipo.
¿Tuve sensación de pérdida? Inicialmente sí, pero fue inmediatamente reemplazada por otras muy satisfactorias, las personas pudieron aprovecharme de otra forma ya que todo lo resolvíamos en equipo, creativamente y cuidando la transición y los objetivos al mismo tiempo.
Me concentré en agregarles valor, y en mi interior generé el espacio que precisaban mis nuevas ideas y mi formación como mentor.
Y todo eso me animó a soltar más aún.
Le comencé a explicar a mi EGO que agradecía fuertemente la autoconfianza que sentía y necesitaba para este proceso, pero que era innecesario que “inflara nada”.
Y eso me animó a investigar más sobre lo que otros autores recomiendan para manejarlo. Permítanme compartir algunos consejos más que me resultaron aplicables a mi realidad.
3. Como Ryan Holiday nos invita a observar al EGO desde tres momentos
Ryan Holiday, autor de “El Ego es el enemigo” y experto en mercados y medios, nos propone mirar el tratamiento del ego desde tres momentos:
- el momento de las aspiraciones, cuando aún no fuiste exitoso (¿Cómo gestionar el EGO cuando nos disponemos a hacer algo, tenemos una meta, una vocación, un nuevo comienzo?
- el momento del éxito
- el momento del fracaso
¿Qué notas tomé que quisiera compartir de cada uno?
- EL EGO Y LAS ASPIRACIONES
Sugiere un camino modesto, centrados en la acción y la educación, relegando la validación y la búsqueda de estatus, dando un paso tras otro, aprendiendo y creciendo e invirtiendo en ello el tiempo necesario.
Aquí el autor sugiere:
- espíritu de estudiante, que contempla, pregunta y aprende
- un balance entre el motor de la pasión y el control de la ansiedad a través de la disciplina, el dominio, la fuerza, el propósito y la perserverancia.
- Generosidad con quienes te rodean, compartiendo ideas, caminos, aprendizajes y mini logros.
- No alardear, porque no sirve para nada. Controlar el orgullo
- Trabajar, trabajar y disfrutar de hacerlo
- Optar por la humildad como camino, no porque no llegó el éxito, sino para estar más libre
- EL EGO Y EL ÉXITO
Cuando llegamos a la cumbre que nos costó mucho escalar, o al menos tenemos la cima a la vista, no sentir que “las reglas no aplican para nosotros porque somos exitosos, que ya no es necesario aprender, escuchar y controlar lo importante. En ese momento la sensatez, la mente abierta, la organización y el propósito son los grandes estabilizadores.
Aquí sugiere:
- Sentirse que no siempre será un estudiante
- Saber separar lo importante de lo accesorio. Potencial, propósito y valores son reguladores adecuados. ¿Por qué decimos SI?. ¿son genuinamente valiosos o nos influye la atractividad, codicia, vanidad o porque nos cuestan los no?.
- Controlar al controlador que llevamos dentro
- La inmensidad de lo que aún no somos nos vuelve a la humildad
- Ser sobrios en los festejos
- EL EGO Y EL FRACASO
Hay fallas y fracasos y hay que retomar la senda.. Necesitamos propósito, aplomo y paciencia.
Aquí sugiere:
- Seguir trabajando sin desviarse que la dirección correcta
- Poner los límites. Si nos equivocamos reconocerlo y corregir
- Tener una propia medida. Solo uno sabe si lo que hace, tenga resultado inmediato o positivo, es afín al propósito. Si es valioso, cuidarlo y dejarlo madurar
4. ¿Y yo en concreto qué me llevo para trabajar?
Comencé compartiendo una vivencia, y la cuento a modo presente, pues el ejercicio de educación de mi EGO es una alerta que decido tener encendido, consciente que es una batalla personal continua.
La pasión y autoconfianza necesaria para llevar con convicción mi vida como consultor estuvo muy “border con la tentación de atribuirme más de lo que me corresponde”, porque uno le pone mucha intensidad a cada idea, éxito, acierto y transformación en los negocios, las organizaciones y el crecimiento personal y profesional en sus personas.
Solo pude neutralizarla gracias a las complicaciones y fallas en el camino, rápidamente traducidas en aprendizajes y ajustes, gracias a estar “próximos y personalmente implicados”.
Aprovecho y les cuento que tengo una “Bitácora de Viaje”, el cuaderno donde anoto mis alertas y compromisos de mejora, porque lo que no escribas y te animes a compartir será más fácil de acallar y disfrazar.
¿Cuáles son los tres aprendizajes que me anoté en la Bitácora?
- Estar atento a mi propósito y mis valores, como guía y orientador de conductas. Si oriento a ser un valorizador de los sueños del otro, es su protagonismo lo más relevante y no el mío, los logros son suyos y yo un facilitador.
- Tengo que tener siempre presente que aspiraciones, éxitos y fracasos son un ciclo permanente y superpuesto. Siempre aspiramos, siempre logramos y siempre fallamos en algo. Aquí no hay tantos valles y cimas, “ni Messi ni el alcanzapelotas”, aquí hay implicación y trabajo a hacer y disfrutar, y no parar de aprender.
- Balancear mi apasionamiento y autoconfianza con humildad, sobriedad, espíritu de aprendizaje y de trabajo en equipo, facilitando los espacios a los demás y valorando su compromiso y logros.
Y ahora sí, teniendo en cuenta esto, ¡será más fácil pedirle a mi EGO que no me limite, que agradecía fuertemente la autoconfianza que sentía y con eso bastaba!
“Ganar no basta. Cualquiera puede ganar, pero no todos son la mejor versión de sí mismos”. Ryan Holiday